El misterio, el hermetismo, la complejidad, o como quiera que se le llame, que más disfruto en poesía tiene mucho que ver con la simplicidad de la poesía popular. Como en esta bulería, cantada espléndidamente por Arcángel (Huelva, 1977) el pasado viernes, en el marco del Festival de Jazz de Sofía:
A mi caballo le eché
hojitas de limón verde,
no se las quiso comer.
Después del concierto comentaba con él la dificultad de imitar este tipo de poesía: un poeta no puede hacer, en una sola vida, lo que el tiempo, el pueblo (y los cantaores) han modelado en varios siglos. O mejor dicho, muy pocos lo han logrado verdaderamente (es decir, renovando desde la raíz, como Arcángel): Juan Ramón, Lorca, Alberti, entre los más cercanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario