Para resumir, quiero afirmar que nunca me precipitaré desde lo alto de una montaña mientras el abismo del sexo se abra ante mí. El amor es la muerte en vida. La falta de sexo es la ausencia de muerte en la vida, lo que conduce a la búsqueda de una muerte verdadera. Un hombre no sólo vive sino que muere y resucita, como las hojas de un árbol. [...] Asimismo, una relación sexual nos insinúa cuán agradable podría ser la muerte, pero no le prestamos mucha atención. Si pudiéramos morir dos veces, la segunda vez ya no tendríamos miedo. Es como una virgen que teme a la primera relación pero, al obtener placer, ya no teme la siguiente ocasión.
Fragmento de Diario secreto 1836-1837 (Madrid, Funambulista, 2011; traducción de Olga Volkonskaya, prefacio de Mijail Armanlinsky), de Alexander Pushkin (1799-1837).
Fragmento de Diario secreto 1836-1837 (Madrid, Funambulista, 2011; traducción de Olga Volkonskaya, prefacio de Mijail Armanlinsky), de Alexander Pushkin (1799-1837).