domingo, 11 de octubre de 2009

Ivan Tzanev (Ostritza, Bulgaria, 1941)


EPITAFIO DE LA ABEJA
Tu zumbido llena el oído, pelirrojo peón negritrabajador.
¿Acaso tu nombre frágil no es el polen pegado a la boca?
Unes las partículas e infundes dulzura a las cosas,
y te veo entre las ramas, revoloteas como un rayo ensimismado.
Anudada con un hilo tierno a mi mirada cautiva,
subes cada vez más alto y cada flor se hace tu peldaño.
Cima de la caricia sin provecho, te despides del árbol blanco,
y por un pequeño sendero sonoro recorres el día apaciguado.
Qué riquezas ocultas tan avizoramente en tu colmena sencilla,
pero este ávido ensañamiento de atesorar no se puede saciar jamás.
Yo llamo un festín amargo tu día laborioso en los parrales,
parda gota de sudor, que te has colado por el racimo ambarino.
Fragancia de miel y de dolor chorrea de los aguijones que me pican,
hermana de mi celo, te alcanzo cada vez más difícilmente.
Si tiendo la mano para acariciarte, clavas tu aguijón en un instante.
Y es la pequeña raíz de una canción por ti, abeja que pereces.
(traducción de Rada Panchovska y Raúl Herrero)

2 comentarios:

Vladimir García Morales dijo...

Gracias por compartir poemas tan magníficos como este y otras cosas. Tu blog es un cofre de maravillas y no me canso de festejarlo. Bravo y bravo!

Juan Antonio Bernier dijo...

Gracias a ti, Vladimir, por apreciar estas maravillas. Abrazo.