despojada
rendirse ante el espanto
no resistirle
la carne, clara como una estrella,
en la boca el
sabor insípido,
una erección, debe
de quedar en este
mundo un miembro
erecto que se
sienta agusto en
esta boca, el deseo
es interminable, saber que
cada uno está debajo, encima
de uno, cada uno que
es oscuro, pero nada
claro, la carne es
suficientemente clara.
En tu pecho he
leído la misa,
en tus ojos me he
transformado, una
paloma, tan sólo
entré volando,
la hostia fue un
miembro tieso,
no entendí
nada, sólo
esta religión,
Tengo ingenio
donde otros
tienen un cuerpo
Hostia, metido en la boca
el miembro, y un
arte que no
rompe a los otros, las estrellas
y las estrellas de los otros
los seres humanos son interminables
no deben, como yo,
morir.
Poema de Ingeborg Bachmann, del libro No sé de ningún mundo mejor (traducción y notas de Jan Pohl, prólogo de Isolde Moser y Heinz Bachmann; Madrid, Hiperión, 2003)
5 comentarios:
Miamigomío!
Poemón!
Curro, estoy al día de todo lo relacionado con el rapto. jajaja. ¡cómo me hubiera gustado ayudarte! pero justo ese día estaba cruzando el charco.
Te voy siguiendo por aquí de vez en cuando. Tengo ganas de verte. Un encuentro no tan fugaz como la última vez. Un abrazo.
wittgensteiniano
po-e-món (o pokemón también)
paso y saludo además
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