El extranjero es esencialmente un traductor. (...) A partir de ahí puede ocurrir que nuestro extranjero-traductor no pueda elegir para sí otra patria que no sea la de los constructores de lenguas: los escritores. ¿No escribió Mallarmé que toda literatura propone "una palabra total, nueva, extranjera a la lengua"?
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Del libro El porvenir de una revuelta, traducción de Lluís Miralles, Barcelona, Seix Barral, 2000
2 comentarios:
gracias
A ti, Ana.
Besos
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