Judíos celebrando el Año Nuevo (Bulgaria, 1939)
-¡Oye, madre!... - dijo Max en su español medieval, en que se mezclaban palabras italianas y turcas - ¿Cuándo haréis por fin la pila? (...)
-No hay necesidad de pila - respondió Rebeca con indiferencia-. Si quieres comodidades te hubieras quedado a trabajar con los banqueros Esquenazy. Entonces seguramente podrías pagar una habitación con pila y lavabo de porcelana, como en la casa del doctor Pincas.
Max se estremeció.
-¿Qué sabes tú de los banqueros Esquenazy? - preguntó cohibido.
-Sé muchas cosas - respondió Rebeca con hostilidad. - ¡Tú estuviste trabajando para ellos, pero te despidieron porque te has vuelto comunista!
-¡Hablas sandeces!... ¿Quién te lo dijo?
-El rabino.
-Dile al rabino que es un chismoso estúpido. Seguramente me confunde con algún otro.
-No, no te confunde con nadie. Eres comunista porque nunca vienes a la sinagoga... Tú estás maldito, eres un hijo expulsado de nuestra comunidad.
-No es verdad, Rebeca... Soy sencillamente un pobre judío igual que ustedes. ¿Coómo es posible que ahora sea obrero, si estuve trabajando antes con los banqueros Esquenazy? ¡Tendría que haber estado loco!
-¡Sí, en efecto, eres un loco! - confirmó Rebeca sombría.
Extracto de la novela de Dimiter Dimov Tabaco (1951). Traducción de Juanita Linkova (Editorial de libros en lenguas extranjeras, Sofía, 1966).