sábado, 30 de junio de 2012

Semejante disposición ante la desgracia


Llegué al lugar donde se encontraba el asno la noche anterior. Miré y no pude dar crédito a mis ojos: estaba ahí de nuevo. Completamente solo. Lo observé detenidamente, imposible no reconocerlo, era él sin duda. Su dueño, muy cerca, conversaba apaciblemente con un par de personas. Todavía no se había formado ningún corro a su alrededor. Los músicos no estaban, la representación aún no había comenzado. El burro estaba allí al igual que la noche anterior. El pellejo parecía, bajo un sol radiante, aún más raído que por la noche. Lo encontré más miserable, más famélico y más viejo todavía.
De súbito, sentí alguien a mis espaldas y es cuché unas palabras fuertes, pero que no comprendía, dichas al oído. Me di la vuelta y perdí por un instante de vista al animal. (...) Me volví de nuevo hacia el asno.
No se había movido de su sitio, pero sin embargo no era ya el mismo pollino. De entre sus patas traseras, sesgado, colgaba de pronto un miembro descomunal. Parecía más duro que el garrote con el que se la había amenazado la noche anterior. En el breve intervalo en el que me diera la vuelta, se había operado en el una prodigiosa transformación. No sabía lo que hubiera podido ver, oír u olfatear. Tampoco lo que le habría pasado por su cabeza. Con todo, esa miserable, vieja y débil criatura, ahora a punto de reventar, que sólo servía para diálogos insensatos; a la que se trataba peor que a un asno de Marrakesh, cuya exigua existencia era menor que nada; sin carnes, sin fuerza, prácticamente sin pellejo, aún poseía tanto deseo en su interior para que su mera estampa me liberase del efecto de su miseria. Pienso con frecuencia en él. Y me repito a mí mismo cuánto quedaba de él cuando yo ya no veía nada. Deseo para todod ser atormentado semejante disposición en la desgracia.

Fragmento de Las voces de Marrakesh, de Elias Canetti (Valencia, Pre-textos, 2002; traducción y prólogo de José Francisco Yvars).

domingo, 17 de junio de 2012

Más sobre la tiranía


A diferencia de lo ocurrido en campos como la poesía, el teatro, la oratoria, la filosofía, la escultura o la arquitectura, en los que los modelos antiguos respectivos han ejercido una influencia constante, y en muchos momentos una auténtica tiranía sobre el Occidente cultivado, hay que tener presente la casi total libertad de la que ha disfrutado nuestra tradición musical en lo que se refiere a la dependencia de modelos griegos o romanos. (...) La llamada música "clásica" es, en este sentido, mucho menos clásica que nuestro teatro del Siglo de Oro o que nuestra arquitectura dieciochesca. ¿Podemos imaginar siquiera qué hubiera sido de la música cristiana de época carolingia o de la música profana del Renacimiento europeo si los creadores hubieran tenido a su disposición una gran obra musical antigua, considerada modélica, algo, digamos, comparable en su campo a las Odas de Horacio o los Diálogos de Platón, al Panteón o al Apolo de Belvedere?

Fragmento de La música de los clásicos. Versiones de la poesía antigua, de la Edad Media al Renacimiento tardío, de Javier Bergua Cavero (Valencia, Pre-textos, 2012).

Nota. Esta entrada dialoga con esta otra de Froy.


viernes, 15 de junio de 2012

She is my man


MOT

Je ne suis pas une femme
Yo no estoy enferma
Je suis désolé
Yo soy de sol

La faim
La hembra
Est sombre
Es hombre


Poema de Eba Reiro (Ourense, 1990), de la antología Tenían veinte años y estaban locos (edición de Luna Miguel; Córdoba, La Bella Varsovia, 2011).

martes, 12 de junio de 2012

El oponente verbal


No existe una forma de ser. Mi forma de ser. Lo único que existe es una reacción de ser. Los demás provocan esa reacción y ya no hay vuelta atrás. En mi trabajo, yo era abnegado, gris, arisco. Lo era con mis jefes, pero con mis itinerantes subordinados, no. Con ellos era cínico, hasta divertido, seguro de mí mismo. Leyendo mis diarios, me daba cuenta de que no lograrían el plácet de ningún lector de novelas. El personaje no era coherente. Con algunas chicas se mostraba romántico, con otras retraído, con otras pánfilo y con otras desvergonzado. Era el líder en algunas relaciones personales, en algunos grupos de amigos, y era el pardillo en otros, el tontolaba. Tenía amigos que no me dejaban hablar, y amigos a los que yo aplastaba con mis discursos. Para Daniel fui un oponente verbal que le daba algo de pena; para su hermana, un oponente verbal que le daba algo de asco, pero un asco respetuoso. Con Rosa había sido un poco hijo de puta; con Ana, un calzonazos. ¿Forma de ser? No tengo puta forma de ser; no soy de ninguna manera; no sabe uno ni ser.

Fragmento de la novela Ejército enemigo, de Alberto Olmos (Barcelona, Mondadori, 2011).

domingo, 10 de junio de 2012

Préstamo en condiciones muy favorables


La gente seguirá viviendo.
La gente que aprende y disparata seguirá viviendo.
Será engañada y vendida y otra vez vendida
Y volverá a la tierra nutritiva a arraigarse.
La gente, tan peculiar en sus renovaciones y regresos.
No puede uno burlarse de su capacidad para soportar los golpes.
El mamut descansa entre sus dramas ciclónicos.
La gente, tan a menudo soñolienta, fatigada, enigmática.

Fragmento del poema "La gente seguirá viviendo" de Carl Sandburg (traducción de Alfredo Weiss), procedente de Poesía estadounidense (Buenos Aires, Continental, 1944).