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Vivíamos en casas crepusculares,
en selvas de libros y paz;
extranjeros fuimos en el amplio verdor,
el sol brillaba.
Parto hacia el rocío de los campos, veo
con sus ojos nuevos al mundo;
en un pequeño día, una cuarta
creció el centeno.
Medito: crece en los días furiosos
la juventud de nuestro tiempo;
y espero que algunos años
sumen siglos.
(Últimas estrofas del poema "Sol". Traducción de José Martínez Matos, en el libro 1000 años de poesía búlgara, Lima, editorial Causachun, 1980).
2 comentarios:
Una Gabriela Mistral con menos vuelo metafórico y más humanidad en sus descripciones. Cuando, hace muchos años, me topé con los versos "¿Pero acaso no hay mañanas / que dejan un amanecer eterno en nosotros?" supe que estaba en manos confiables. Gracias por este poema, Juan. Si tu blog fuera radio FM, este poema sería una complacencia personal...
Y por supuesto: Chestita baba Marta! Aquí donde me ves estoy confeccionando una martenichka para estos días.
¡Un abrazo!
Chestita Baba Marta, querido amigo! Eres el primero que me ha felicitado, y desde tan lejos.
Abrazos
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